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El acuerdo Mercosur- UE, una buena noticia para la economía y un desafío para la política

Se trata de una excelente noticia para el país, pero el éxito del mismo es condicional a que se lleven adelante las reformas necesarias. En resumen, Argentina debe pasar de ser una de las economías más reguladas y menos libres del mundo a tener, por lo menos, un marco económico similar al de la Unión Europea. Por Nicolás Cachanosky.
Por Sin Columnista , en Economía - Finanzas - Mercados , el Domingo 07 de Julio de 2019

Luego dos décadas de negociación, finalmente el Mercosur y la Unión Europea firmaron un acuerdo comercial entre ambos bloques. El acuerdo es una excelente noticia para Argentina y el Mercosur, pero también representa un gran desafío a la política Argentina.


 En síntesis, el acuerdo implica una reducción inmediata de trabas al comercio internacional por parte de la Unión Europea, mientras que el Mercosur tiene entre 10 y 15 años para ir removiendo sus trabas de manera gradual. Así, Argentina tiene acceso en el corto plazo a nada menos que el mercado de la Unión Europea, con un ingreso per cápita en torno a los USD 34.000 dólares.

Imagine que tiene un negocio en un pueblo con medianos ingresos y del otro lado del río hay un pueblo con mayores ingresos. Finalmente, los intendentes de cada pueblo acuerdan construir un puente. Su negocio acaba de ganar nuevos clientes con mayor poder adquisitivo y, como si eso fuese poco, el otro pueblo le permite remover sus restricciones de manera gradual por más de una década.

 Si el acuerdo representa lo que se ha prometido, entonces es de esperar un mercado más grande y más profundo, permitiendo mayores niveles de especialización y valor agregado, mayores niveles de inversión, mayores niveles de capital per cápita y por lo tanto mayores salarios reales, más empresas demandando trabajo, una mayor diversificación económica, etc.

 Los beneficios con claros. Vale recordar que ningún país se ha empobrecido por incrementar su comercio internacional. De modo similar, los países desarrollados a los que Argentina aspira parecer (Alemania, Australia, Canadá, etc.) no son precisamente economías cerradas al mundo.

 El acuerdo en cuestión le da tiempo más que suficiente a Argentina, para reformar sus regulaciones económicas y su marco institucional. Muchas analogías se han ofrecido en torno al acuerdo. Quizás la más clara sea la suscripción a un gimnasio. El primer paso que una persona fuera de estado físico debe dar, es anotarse en uno. Esto, sin embargo, no mejora su estado físico en sí, esta persona debe ser consistente en hacer ejercicio.

 Argentina se acaba de anotar al gimnasio, ahora es tarea de los políticos hacer el ejercicio. Esto es, fortalecer las instituciones del país para garantizar la seguridad jurídica de las inversiones; reducir el peso (tamaño) del estado y la carga impositiva; flexibilizar el mercado laboral para que sea fácil y accesible la creación de empleo; poner bajo control, de una vez por todas, el problema inflacionario y la serie de crisis cambiarias.

En resumen, Argentina debe pasar de ser una de las economías más reguladas y menos libres del mundo a tener, por lo menos, un marco económico similar al de la Unión Europea (menos regulaciones y más libertades económicas).

 Los líderes políticos deben ofrecer un discurso, y llevar adelante una agenda de reformas, que se ubica 180 grados opuesto a lo que están acostumbrados y con los que tan cómodos se sienten. Otros actores políticos (unión industrial, sindicatos, etc.) deben también estar a la altura del nuevo desafío y demandar los cambios necesarios para que Argentina  tenga la competitividad necesaria.

 El acuerdo es una excelente noticia para el país, tanto en lo económico como en lo social. Sin embargo, el éxito del mismo es condicional a que se lleven adelante las profundas reformas necesarias. El acuerdo da tiempo más que suficiente para poner al país en orden. Es una excelente oportunidad para que nuestros líderes políticos muestren estar a al altura de las circunstancias.


*** Nicolás Cachanosky,  Associate Professor of Economics at Metropolitan State University of Denver | Fellow at American Institute for Economic Research